A finales de Enero este Blog cumplía 3 años. Los años anteriores me gustaba publicar un post ese día, y este año también, pero la verdad es que en este último año casi nada de lo que planeo suele salirme como lo pienso ó puedo hacerlo en los plazos que me ”marco”. Para alguien como yo, a quien le gusta tenerlo todo controladito, esto es una calamidad pero como la vida es un aprendizaje continuo (y más nos vale ”ir aprobando” todas las pruebas que nos trae a diario), no me queda otra que fluir con los acontecimientos. Y la verdad es que cuando le vas cogiendo el punto a eso de fluir, el descanso interior (y exterior) es estupendo.
El primer fin de semana de Febrero estuve en el retiro de silencio organizado y dirigido magistralmente por mi amiga y compañera de centro Magdalena Rodríguez en el Monasterio de San Juan de la Cruz en Úbeda. Ya he ido otras veces y he escrito algún post en este Blog sobre ello. La verdad es que nunca un retiro de silencio es igual al anterior, porque estás en distintos momentos viviendo experiencias diferentes de tu vida. Por ello lo que necesitas en cada retiro dependerá de como estés tú en ese momento.
Y aquí si que hay que fluir, sí o sí…Porque es difícil ir realmente sin expectativas sobre qué sucederá ó sobre lo que esperamos encontrar. Pero el silencio tiene tanto poder sobre el alma que sabe qué necesitamos cada uno en ese retiro, y en función de ello así actúa. Y esto es bueno, muy bueno…
El monasterio de San Juan de la Cruz es muy especial por muchos motivos (puedes verlo y leerlo aquí https://eltiempodelas7lunas.com/index.php/2019/07/12/un-fin-de-semana-diferente-en-el-monasterio-de-s-juan-de-la-cruz-en-ubeda/), pero lo que más me llena el corazón es la energía tan bonita que tiene y la huella que sigue estando tan presente en todos sus rincones de San Juan. No me cabe duda de que nos guía a cada momento y en cada lugar para llevarnos (de forma muy amorosa) a la verdad y a la luz de nuestro Ser. Él siempre me guarda una sorpresilla de última hora y el último día, paseando por el jardín del monasterio, me llevó a una piedra que no había visto (y me pregunto como teniéndola casi delante de mis narices, no me había dado cuenta antes…). En ella había dos mensajes escritos. El primero este que os muestro a continuación en la foto que hice, y cuando dí la vuelta, por la otra cara de la piedra estaba el que os enseño en la foto de portada de este post.
Los dos mensajes me calaron hondo…Porque siento que quiero tener serenidad, discernimiento y luz suficientes para poder ser Soledad Sonora en determinados momentos de mi vida y Música Callada en otros. Reflexionaba sobre la soledad sonora ese día, y se me venía un mensaje del Arcángel Miguel sobre cómo es ese sonido cuando estamos en la soledad de nuestro Ser. Él nos dice que reflexionemos sobre cómo es nuestra propia voz interior, qué sonido es el que produce en nosotros. Porque todo discurso interno de ”machaque”, de ser duros con nosotros, ó de culpa, de victimismo, de rabia, de rencor, etc., etc., etc., nos lleva a una onda expansiva de soledad sonora insoportable. Y cual fue mi sorpresa cuando ví luego esta foto y el efecto óptico de la luz del Sol, al ver esa onda armoniosa de luz azul (color con el que se identifica al Arcángel Miguel), así que le dije…Miguelito, mensaje recibido, me doy por enterada…
Pero si bonito me pareció este mensaje, el de Música Callada no lo es menos. ¡Cuantas veces somos “música ruidosa” en nuestra vida! Yo más de las que quisiera muchas veces…Y eso me lleva a no poder conectar en algunos momentos con las verdades de mi corazón. El ”ruido” me impide SER, me impide fluir y me lleva también a veces a una música muy desagradable.
Así que en este tercer cumple de este Blog, y en este año que ya ha empezado, quiero ser Soledad Sonora en armonía y Música Callada de corazón. Porque si ha habido algo que he hecho también en este retiro ha sido “renovar mis votos” como ”trabajadora a favor de la Luz”. En el momento en el que hay un destello de luz, por pequeño que sea, la oscuridad empieza a desaparecer, y el hueco por el que entra la luz se hace cada vez más grande…
Y no podría terminar este post sin incluir una frase de San Juan de la Cruz. Estaba en la habitación en la que estuve alojada durante el retiro. Ante sus sabias palabras, nada más cabe añadir…
Un abrazo enorme desde la Voz del Silencio…
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