KINTSUGI: EL ARTE DE AMAR NUESTRAS CICATRICES…

“Existe un arte en Japón que pinta las piezas de cerámica rotas con oro y que se ha convertido en una filosofía de vida. Una forma de arte que muestra que hasta la parte más rota y dañada de nosotros es tan hermosa que debe ser mostrada.
Cuando recuerdas tus cicatrices, tu mente sólo recuerda lo imperfectas que son, en lugar de la belleza que emanan de haberlas sobrevivido…Es el arte de amar las heridas…”

Cuando leí esto hace un tiempo, escrito por Sheila en su cuenta de Facebook e Instagram @lavanda_ancestral (ella es una auténtica alquimista de la cosmética natural-medicinal) haciendo referencia a un jabón nuevo que había hecho basándose en la estética Kintsugi me quedé sobrecogida. Conocía este arte pero no en la filosofía que se basaba, y me hizo pensar e investigar sobre ello porque sus palabras y el significado de lo que supone me llegaron al alma. Sheila, aunque ya te lo he dicho otras veces, mil gracias porque de cuántas maneras bonitas se pueden despertar consciencias…

Kintsugi según la antigua técnica japonesa consiste en usar oro o plata líquida para reparar objetos de cerámica. El oro se usa para soldar los fragmentos rotos, lo que hace que la pieza final sea más valiosa, tanto por el oro como por la originalidad y belleza del objeto. Parece ser que esto ya se empezó a hacer hace 10.000 A.C. pero fue a finales del siglo XV cuando ya se afianzó esta técnica. Cuentan que el Shogun en turno de entonces, Ashikaga Yoshimasa, envió a China a reparar su chawan (taza especial para la ceremonia del té), la cual se había roto. Cuando le enviaron al Shogun la taza reparada se llevó una gran decepción al ver el “feo” trabajo realizado porque fue reparado con unas grapas metálicas. Al no quedar conforme y queriendo conservar su taza, buscó en Japón artesanos que le ofrecieran una mejor solución. El bello trabajo resultante, unido a la importancia para ellos de la ceremonia del té contribuyeron al surgimiento del verdadero y bonito arte que es hoy.

Y unos cuantos siglos después, las piezas que se reparan con este arte pasan a ser únicas y muy valiosas. Porque al igual que nosotros, es imposible que dos objetos se puedan romper de la misma forma, por lo tanto el resultado final siempre será una obra de arte única en el mundo… Cada uno de nosotros nos podemos “romper” de infinitas formas, nos pueden dañar y dañarnos de muchas maneras, pero si podemos repararnos y sanarnos desde dentro, desde el amor, la consciencia, el respeto y la paciencia, con toda la ayuda que sea necesaria, el resultado final será, al igual que en el Kintsugi, una preciosa obra de arte. Porque la verdadera fuerza y la auténtica perfección (interior y exterior), surgen de la imperfección de nuestras heridas y cicatrices.
El rompernos por dentro no es el final. Podemos aprender de todas las experiencias de vida negativas y duras, para fortalecernos mucho más, tener mucho más claro quiénes somos y lo que queremos en nuestra vida, mejorarlo e ir a por ello. Esa “noche oscura del alma” de la que nos hablaba San Juan De la Cruz nos puede conectar con el Kintsugi y con la resiliencia, porque como decía una de mis profesoras de Cristaloterapia, “una vida mejor siempre es posible”…

Son nuestras cicatrices, externas e internas, aceptadas, amadas y sanadas las que nos dan la belleza y fortaleza al Ser único que somos cada uno de nosotros. Es… el arte de amar nuestras cicatrices…

Te dejo por aquí enlace a una sencilla meditación de mi canal para conectar con tu interior. Conectar con nuestro interior es, entre otras muchas cosas, acercarnos a nuestras heridas, cuando las hay, reconocerlas y poder empezar a poner en práctica ese arte tan bonito japonés de amar nuestras cicatrices…Es nuestro Kintsugi personal… ¿Vas a reconciliarte con tus cicatrices? Espero que después de leer esto se abra al menos una pequeña brecha para poder hacerlo creando una taza de té nueva y bonita…

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